El otro día pasé por delante de mi tienda favorita ( y no hablo de ropa o complementos), los postres de Kelly, y entré a ver si había recibido los Sellos Nordic Ware. Desgraciadamente no estaban, pero el enano, que está estos días en modo música si vio algo que le gustó. Un cortapastas con forma de guitarra. Así que lo compramos y nada más llegar a casa teníamos que estrenarlo. Ya sabéis como son los niños cuando tienen algo en la cabeza, que insisten hasta la saciedad. Pues allá nos pusimos manos a la obra; Hicimos la masa y a cortar galletas, que por aquello de la participación en el tema decidió que eran sus galletas preferidas. Nos salieron muy buenas desde luego, con una textura esponjosa que aporta la harina de almendra. Como siempre no excesivamente dulces y ajustando al máximo la cantidad de mantequilla. Os cuento la receta.
Los ingredientes
- 120 grs de mantequilla a punto de pomada
- 70 grs de azúcar glasé
- 1 huevo
- 15 ml de pasta de vainilla
- 2,5 ml de sal
- 5 ml de bicarbonato
- 250 grs de harina de fuerza
- 100 grs de harina de almendras
Primero pesamos y preparamos todos los ingredientes, y mezclamos la harina con el resto de ingredientes secos. Como en todas las galletas de este tipo, batimos a velocidad alta la mantequilla con el azúcar hasta subir. Bajamos la velocidad y añadimos el huevo, y la pasta de vainilla. Cuando esté todo bien integrado echamos la mezcla de las harinas con el bicarbonato y la sal. Remover despacio y cuando la masa esta lista la metemos en una bolsa y la estiramos previamente y luego a la nevera . En esta ocasión apenas pasó el tiempo pues la impaciencia nos podía pero en otros casos puede estar incluso un día o más. (ya sabéis que se adaptan las masas a mi, no adapto mi vida a ellas) Cuando la masa estuvo dura encendí el horno a 180º y fuimos haciendo las galletas colocándolas en una bandeja con papel de horno debajo .
Al final no sólo salieron guitarras, si no que tuvimos que coger algún molde más, e incluso algunas se personalizaron con nombre.
Horneamos 18 minutos , las quitamos y las colocamos en una rejilla a enfriar, al menos un poco para poder comérnoslas¡¡¡
Un éxito¡¡ Tanto que al día siguiente tuvimos que llevar al cole para compartir con los compis .
Algunas me quedaron para poder hacer las fotos al día siguiente afortunadamente.
La verdad es que me gusta que ayuden y se ilusionen con estas cosas, que aprendan el valor de lo hecho en casa. Por el sabor y la calidad desde luego, pero sobre todo, por el valor añadido que llevan.