Si buscas una receta de galletas sencillas, ricas y vistosas, esta es la receta ideal. Estas galletas de nata y manteca se hacen en un periquete y no necesitas utensilios específicos para ellas. Puedes usar un sello de galletas para darle un toque diferente o hacer una bola y aplastarlas con un vaso, para algo más sencillo. Pero sea como sea que las formes, su sabor será igual de delicioso y la textura crujiente y hojaldrada te encantara. Estas las hice para la fiesta de cumple de mi peque y además de ser un regalo diferente y original, han encantado.
Ingredientes para hacer galletas de nata y frutos secos
- 500 g de harina de uso común (W150)
- 1 cucharadita de levadura tipo Royal
- 1 pizca de sal
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 120 g de mantequilla sin sal a punto de pomada
- 130 g de manteca de frutos secos
- 100 g de azúcar
- 2 huevos
- 1 yema
- 1 cucharada de extracto de vainilla
- 60 ml de nata (35% M.G.)
- 100 g de azúcar glasé para formar las galletas
Como hacer galletas de nata y manteca de frutos secos
Comenzamos tamizando los 500 g de harina con 1 cucharadita de levadura, sal y bicarbonato y lo reservamos todo. En un recipiente aparte, o con la amasadora, batimos 120 g de mantequilla a punto de pomada, 100 g de manteca de frutos secos y 100 g de azúcar. Vamos añadiendo los 2 huevos enteros, la yema, el extracto de vainilla y 60 ml de nata. Finalmente, echamos la harina tamizada y amasamos hasta que esté bien integrada y amalgamada.
Podemos guardar la masa en la nevera hasta el día siguiente, como en mi caso, o ir haciendo las galletas. Encendemos el horno a 180 °C con calor arriba y abajo y las vamos formando. Con una cuchara cogemos porciones de masa y las vamos echando en un bol con el azúcar glacé. Formamos unas bolas y usando un sello de galletas las aplastamos.
Las vamos colocando en una bandeja de horno y cuando las tenemos listas las metemos en el horno durante unos 20 minutos. Las seguimos formando y podemos colocar las bandejas con las galletas en la nevera, en espera de ir al horno.
Según van estando doradas, las retiramos del horno para una rejilla enfriadora. Una vez estén frías y crujientes las podemos bañar en chocolate, rellenarlas de dos en dos y simplemente guardarlas y comerlas así. En este caso, eran para una fiesta y como estábamos en verano he preferido hacerlas sencillas prescindir del chocolate. Y he de decir que aun así son deliciosas, pero si os gusta el chocolate, serán un éxito.
El azúcar glacé al formarlas nos sirve para que no se peguen, y por ello he puesto tan poco en la masa.