Estos panecillos de Viena son una maravillosa opción para montar una merienda diferente y especial. Acompañados de unas barritas de chocolate negro y un batido, no se podrá resistir nadie.
Son deliciosamente tiernos y suaves y para los niños son ideales. Aunque llevan algo de azúcar y mantequilla, no son excesivamente dulces y son perfectos también para bocatas salados.
Os cuento como los hice para que os animéis con ellos. La receta en la que me he inspirado es del libro «El gran libro de la panadería», aunque he reducido dulce y mantequilla.
Ingredientes
Para el fermento:
- 140 g de harina panadera
- 2 g de sal
- 5 g de levadura fresca de panadería
- 100 ml agua
Para la masa final:
- 500 g de harina panadera
- El fermento anterior
- 275 de agua
- 6 g de sal
- 50 g de leche condensada
- 50 g de ghee
Para pincelarlos:
- Un huevo batido
Como hacer panecillos de Viena esponjosos
Primero hacemos el fermento mezclando todos los ingredientes. Lo tapamos y lo dejamos fermentar a temperatura ambiente unas tres o cuatro horas.
Cuando el fermento está listo, hacemos la masa de los panes. Ponemos todos los ingredientes en la cubeta de la amasadora o en el procesador (yo lo hice en la Cookexepert, con el programa amasado) y amasamos hasta tener una masa lisa y elástica. Podemos hacer también el amasado a mano, y para ello lo más sencillo es hacer tandas de amasados y reposos, hasta que la masa esté elástica.
La retiramos y le damos unos pliegues, como si estuviéramos haciendo hojaldre y la ponemos en un bol engrasado. Dejamos que leve a temperatura ambiente una hora y la guardamos en la nevera unas horas. Yo la he dejado de un día para otro, pero se pueden hacer en el mismo día sin problema. Adaptarlo a vuestros horarios y tiempo.
Retiramos la masa de la nevera y la dejamos atemperar un par de horas, y que termine de levar antes de darle forma a los bollitos. Dividimos la masa en porciones, según el tamaño de los panes que queráis hacer. Esto es relativo y un poco al gusto de cada uno. En este caso las porciones fueron de 70 g.
Boleamos la masa y los dejamos reposar unos 30 minutos antes de formarlos. Para formar los panes, estiramos un poco la masa, dándole forma alargada y la enrollamos sobre sí misma creando tensión. Los vamos colocando en una bandeja forrada con papel de horno.
Le hacemos el greñado, con una cuchilla haciendo cortes transversales y los pintamos con huevo batido. Dejamos que fermenten a temperatura ambiente unas dos o tres horas.
Cuando han fermentado, Encendemos el horno a 200º C y los pintamos de nuevo. Los horneamos a 200º C unos 15 minutos. Yo los he horneado encima de la placa celsius, y es importante no dejar que se pasen de horno, pues se secarán.
Cuando están doraditos, los retiramos y los dejamos enfriar en una rejilla para degustarlos fríos.
Como todos los panes, congelan estupendamente bien y es una gran opción para tener pan fresco en unos minutos.